Existe otro material que empieza a tomar importancia en la guerra de precios en la industria del automóvil; el cobre. Este material amenaza con descarrilar los ambiciosos planes de lograr un transporte cero emisiones.
Sin llamar mucho la atención, detrás de la expansión del cobalto, el litio o el níquel, el cobre empezó a tomar protagonismo.
Un informe de S&P Global afirma que el cobre se convertirá en el nuevo oro para la industria automotriz. La dependencia de los vehículos eléctricos del cobre es mucho mayor que la de los compuestos de combustión.
De igual forma, la producción de energía eléctrica a partir de fuentes renovables requiere una gran cantidad de cobre. Standard & Poor’s Global estima que para 2035, la demanda superará la oferta.
La apuesta por la electromovilidad por parte de los grupos automovilísticos está aumentando la demanda de determinados minerales, como es el caso del cobre. Este metal tiene un papel muy importante en la producción del auto eléctrico y sus componentes.
El cobre es parte decasi todo lo que funciona con electricidad. Desde los vehículos eléctricos, pasando por la generación y la distribución de electricidad hasta el almacenamiento de energía verde.
La transición energética de los combustibles fósiles a energías renovables y electricidad, hará que el cobre se convierta en el nuevo oro. El problema es que los suministros de cobre no son suficientes como para alcanzar los objetivos cero emisiones en 2050.
El informe de S&P consideró dos escenarios, ni en el más conservador ni en el más optimista, que consideran niveles diferentes de la producción y el reciclaje, la oferta supera a la demanda.
Según un informe de S&P Global, los vehículos eléctricos necesitan 2.5 veces más cobre que un vehículo de combustión promedio. Gracias a la alta conductividad eléctrica y la baja reactividad, el cobre es el material clave que se utiliza en todo lo relacionado con la electricidad. Pero con la transición energética, se necesitaría mucho más cobre.
El informe pronostica que la demanda de cobre prácticamente se duplicará a 50 millones de toneladas métricas para 2035. Eso es “más que todo el cobre consumido en el mundo entre 1900 y 2021”, afirma el estudio.
S&P no ve la manera de cubrir esa demanda abriendo nuevas minas o reciclando en masa el cobre que existe. Para abrir una mina nueva se necesitan más de 16 años desde el descubrimiento del yacimiento. Claro, y no pueden faltar todos los permisos y las aprobaciones necesarias.
El estudio de S&P Global consideró dos escenarios para pronosticar el margen entre la oferta y la demanda de cobre.
El escenario más conservador muestra que la producción y el reciclaje continuarán en los niveles actuales. En ese caso, la demanda superará la oferta en un 20 %.
En el optimista, la producción y el reciclaje se acelerarán por encima de los niveles actuales, pero el margen entre oferta y demanda, no se reduce.
Los vehículos eléctricos necesitan 2,5 veces más cobre que un vehículo de combustión promedio y la generación de energía solar y eólica necesita, respectivamente, dos y cinco veces más cobre por megavatio de capacidad instalada que las centrales eléctricas de gas natural o carbón.
“Bajo cualquiera de los escenarios estudiados, no habrá suficiente suministro de cobre para satisfacer la demanda para 2050”, concluye el informe.
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