Movilidad urbana de, por y para mujeres: transporte con perspectiva de género
Las mujeres enfrentan un reto específico en su lucha contra la desigualdad de género dentro del transporte público, pues el derecho a una movilidad segura, asequible y eficiente es tan importante para su desarrollo como el derecho al trabajo, la salud y la educación.
Este es un tema cuya discusión a menudo está acompañada por el concepto “transversalidad”: el análisis de toda acción sobre la esfera pública considerando su impacto en la relación entre la mujer y el hombre.
En épocas de COVID, por ejemplo, las líneas “rosas” de transporte exclusivas para mujeres en la CDMX deben aumentar su frecuencia y/o expandir su capacidad: de lo contrario, crecería el riesgo de aglomeración y como consecuencia el riesgo de contagio. Así, una idea bien motivada, pero mal instrumentada, colocaría a las mujeres en una situación concreta de vulnerabilidad sanitaria.
Más que el transporte privado, el camino para lograr que el transporte público sea un espacio de respeto hacia las libertades de las mujeres es el termómetro que mide el grado de avance de una sociedad como México en términos de políticas que posicionan a estas en el centro de la conversación.
Ciudades cuyas calles e infraestructuras ponen a las mujeres bajo riesgos visibles e invisibles son ciudades donde sus diversas voces fueron inaceptablemente ignoradas.
Es decir que la única solución posible para el problema de la desigualdad de género al hacer valer el derecho de una movilidad urbana que satisfaga las demandas legítimas de las mujeres es que sus voces resuenen y sean escuchadas: que las mujeres abran las puertas de la industria del transporte para representarse ellas mismas.
El ciclo vicioso de la desigualdad contra las mujeres en el transporte
La sociedad moderna, donde aún no hay plena igualdad de género, coloca al transporte público como el medio para cumplir el derecho a la movilidad, pero también como un espacio donde las mujeres sufren inequidades a raíz de las mayores adversidades socioeconómicas que enfrentan en comparación con los hombres.
Esta situación ha sido descrita con elocuencia por la Friedrich Ebert Foundation de Alemania:
“La situación económica de las mujeres es directamente proporcional a su nivel de movilidad. Los sistemas eficientes de transporte público se convierten en una herramienta eficaz para empoderar a las mujeres y permitirles el acceso a mejores oportunidades de trabajo y de desarrollo económico. Los resultados de nuestro estudio hallaron que el 80.5% de las mujeres encuestadas piensan que el transporte público es fundamental para la integración económica de la mujer.”
En países como México, donde la situación económica de la gran mayoría de las mujeres es desfavorable como resultado de una sociedad cuyas instituciones (en especial el mercado laboral) discriminan según roles de género, existe un círculo vicioso reflejado en el transporte:
Mujeres recibiendo un salario inferior al de un hombre por realizar el mismo trabajo (desigualdad en el ingreso) a menudo trabajan más aumentando su necesidad de movilidad y tiempo gastado en un transporte que puede ser espacio de amenaza si no hay acción afirmativa en favor de las mujeres:
Como resultado de esta disparidad económica, las mujeres tienen menos oportunidades de acceder a puestos de toma de decisión en la esfera de la movilidad y por consiguiente resultan marginadas de la posibilidad de modificar el transporte en su beneficio.
Hacer un ciclo virtuoso de mujeres diseñando su propio transporte
Ligando el transporte público y el derecho de las mujeres a la movilidad como parte de su empoderamiento en instituciones como el mercado laboral, es posible diseñar estrategias de transporte con perspectiva y sensibilidad de género.
Y es que la conversación sobre un transporte público con perspectiva de género es igualmente un acto de reparación social y de fomento económico: se calcula un aporte de hasta 20 mil millones de dólares anuales en el PIB de México si las mujeres pudieran disfrutar de un transporte seguro, asequible y eficiente.
La Friedrich Ebert Foundation de Alemania establece las siguientes áreas de estudio por y para mujeres en uso del transporte público:
- Accesibilidad: proximidad de estaciones en áreas densamente pobladas por mujeres
- Movilidad: facilidad de las mujeres para transportarse del punto A al punto B
- Tiempo gastado conmutando: promedio de tiempo comparado con población varonil
- Costo en relación al ingreso: media salarial para mujeres y media de precios del transporte
- Perspectiva familiar y social de mujeres usuarias: ¿son madres de familia? ¿madres solteras? ¿tienen a su cuidado adultos mayores?
- Nivel de confort al usar el transporte público: tasa de ocurrencia de aglomeración en horas pico
- Consideraciones relacionadas con la vestimenta: ¿existe un ‘código de vestir’ para el transporte público?
- Método preferido de transporte: preferencias según tiempos de traslado, precio, conveniencia y seguridad
- Interacciones en andenes y vagones: ¿qué tan ordenada es la experiencia de usar transporte público para las mujeres?
- Interacciones con otros usuarios del transporte y con choferes o conductores: presencia de hostigamiento y conductas discriminatorias
- Amplificar la voz de las mujeres: iniciativas para concretar el acceso a las mujeres a la toma de decisiones en el diseño del transporte público.
Las mujeres han ido abriéndose paso con sus demandas legítimas dentro de la industria del transporte y en el sector público encargado de diseñar políticas de movilidad.
Su peso socioeconómico ha roto barreras de género en el espacio urbano y por eso en 1995 la Organización de las Naciones Unidas lanzó una agenda de transversalidad para reflexionar el impacto de los modos del transporte sobre las mujeres y los hombres. Analicemos tres ejemplos en el mundo.
Tres países ejemplo de movilidad y transporte con sensibilidad de género
A continuación presentamos tres casos de sensibilidad de género en el transporte tomados del reporte Gender Equality and Mobility: Mind the Gap! de la iniciativa CIVITAS de la Unión Europea.
- Suecia
Cuando el Ministerio del Transporte de Suecia declaró su objetivo de lograr un transporte público con perspectiva de género en favor de las mujeres en 2002, echó a andar una serie de diálogos con chicas estudiantes de secundaria y trabajadoras de hospitales en las ciudades de Malmo y Kalmar, lo cual trajo hallazgos simples pero importantes: la mayoría de las encuestadas se sentían inseguras de noche en estaciones oscuras.
Así, tanto Malmo como Kalmar pusieron manos a la obra rehabilitando alumbrado público y cambiando túneles peatonales por pasos peatonales sobre la superficie para evitar situaciones de vulnerabilidad.
- Italia
La ciudad de Bolzano en 2005 inició un proceso de consulta con diferentes actores sociales como sociedades de madres de familia y mujeres mayores de 65 años que resultó en la implementación del taxi rosa: una línea especial de taxi exclusivo para mujeres con precios preferenciales, operando de diez de la noche a seis de la mañana.
Asimismo, Bolzano modificó los horarios de ciertos servicios como guarderías y kindergardens, ajustándolos a los itinerarios de mujeres que trabajan y necesitan moverse en transporte público, como acción afirmativa que reconoce la labor no-remunerada de las mujeres en el ámbito familiar.
- Alemania
El Departamento de Desarrollo Urbano de Berlín conduce encuestas con perspectiva de género para mejorar la infraestructura vial de la capital alemana continuamente. Las preguntas giran en torno a los criterios de: accesibilidad al transporte público en no más de 400 metros, amplitud dentro del vehículo, (especialmente para carreolas y sillas de rueda), y sistemas de seguridad y protocolos de emergencia ante situaciones de hostilidad.
Las conclusiones en Berlín desde 2006 aluden a la necesidad de escuchar las necesidades específicas de las mujeres mediante mesas redondas, encuestas o focus groups y establecer metas realizables para un transporte con sensibilidad de género.
¿Qué sigue en cuanto a mujeres y transporte público en México?
Las mujeres en México han demostrado que no están dispuestas a ceder el territorio conquistado en el respeto a sus libertades dentro del espacio público. Así, un campo donde deben verse resultados tangibles es el transporte público.
Porque el transporte público es el medio universal para garantizar el derecho de todas a la movilidad, (que a su vez da acceso a otros derechos como el trabajo, la educación y la salud), la lucha por un transporte seguro, asequible y eficiente está más viva que nunca.
¿Qué ejemplos del mundo en cuanto a transporte con sensibilidad de género deberían seguirse en México? ¿Cuál sería una medida simple pero eficaz para avanzar hacia una movilidad de pleno respeto a las libertades de las mujeres?