Cuando hablamos de planificación urbana y la creación de sistemas de transporte, rara vez se considera la perspectiva de los más pequeños: las niñas y los niños. ”
Mtra. Saira Vilchis
Esto es un error común entre todas las personas que nos dedicamos a pensar en posibles soluciones para atender las necesidades de la movilidad en las ciudades. Pocas veces pensamos que la inversión en la primera infancia no solo tiene un profundo impacto en el desarrollo cognitivo y emocional de los seres humanos, sino que también puede transformar las ciudades y su transporte en espacios más justos y equitativos para todas las personas.
Durante la etapa de formación profesional, entre las diferentes disciplinas vinculadas al territorio, tradicionalmente se nos forma una visión poco sensible de la ciudad, preparándonos para crear entornos aptos que permitan la reproducción social, sin una distinción de los grupos que la conforman, así como dotar el espacio para lograr el intercambio de productos y servicios en busca de una economía sana, pero nunca nos mencionan razones más profundas, por ejemplo, que los primeros años de vida son críticos para el desarrollo del cerebro de los humanos y el entorno urbano puede marcar la diferencia en la vida futura de las niñas y los niños.
“ El entorno urbano puede marcar la diferencia en la vida futura de las niñas y los niños”
Sin embargo, sensibilizar el enfoque de estas disciplinas, permitirá reconocer que las ciudades van más allá de espacios físicos construidos y los servicios de transporte son el medio encargado de acercar a las personas a sus actividades prioritarias y desafortunadamente en nuestro país, moverte en transporte público, aún está lejos de ser una experiencia agradable y más aún para los más pequeños.
Afortunadamente, existen iniciativas en el mundo que está dando visibilidad a las infancias, reconociendo que las necesidades de las y los niños, no son las mismas que de las personas adultas, empezando por un elemento básico, su estatura. Hagamos el ejercicio entonces, pensemos que vamos a subir a un autobús e intentemos posicionarnos de rodillas, ¿qué es lo que vemos?, ¿nos sentimos seguros?, ¿es una experiencia grata?
Este proceso de sensibilización es un ejercicio que podemos aplicar en ciudades mexicanas y se retoma de la idea de la Urban 95 Academy la cual es resultado de la colaboración conjunta entre la Fundación Van Leer y la London School of Economics and Political Science, este programa en un ejemplo de lo que se está haciendo a nivel mundial, se encarga de capacitar a representantes de las ciudades de diferentes países, para que adopten herramientas que les permita crear ciudades y ofrecer servicios básicos, como el transporte público, considerando en su planificación la visión de todos los grupos de la sociedad, principalmente de las infancias y sus personas cuidadoras.
Uno de los aspectos más relevantes del contenido de la Urban 95 Academy, es la vinculación que hace con el desarrollo cognitivo en los primeros años de vida de los humanos y la importancia del entorno urbano en el que habita. Se dice que, si un infante está expuesto constantemente a un entorno violento, ya sea en el hogar o en el entorno urbano, puede experimentar estrés tóxico, interrumpiendo así el desarrollo de su arquitectura cerebral. Por lo tanto, una ciudad que proporciona un entorno estable, saludable y estimulante, es la base para el desarrollo de una sociedad sana.
A pesar de esto, la realidad en nuestro país es que, en la planificación de los sistemas de transporte, los niños, las niñas y sus personas cuidadoras, no se toman en cuenta. Esto no solo es una cuestión de justicia social, sino también de sentido común. Para atender verdaderamente las necesidades de las infancias, primero debemos comprender su visión de la ciudad y de sus vivencias como usuarios. Retomando la visión de la Urban95 Academy, por ejemplo, nos invita a imaginar cómo se ve una ciudad desde una altura de 95 cm, la estatura promedio de una niña o niño pequeño, y pensar en cómo esto contribuye a una vida próspera para ellos.
Por otro lado, es importante retomar el concepto de “movilidad del cuidado”, el cual es esencial en este contexto. Las autoridades, así como los prestadores del servicio de transporte pueden apoyar el desarrollo de las infancias de diversas maneras. Entender que los viajes realizados por las personas cuidadoras, son más complejos y ocurren en horarios diferentes a los viajes típicos en horas pico, entender las particularidades de estos viajes entonces, pueden brindar mayor seguridad para las mujeres (quienes normalmente son las que ejercen estos roles de cuidado), pero que también podrían ser no solo más seguros, sino también más entretenidos e interesantes para las personas más pequeñas. Es por eso la urgencia de comprender que invertir en las personas más pequeñas y sus cuidadores tiene sentido para las ciudades.
Una ciudad que se preocupa por sus ciudadanos más jóvenes está invirtiendo en su futuro, creando una sociedad más fuerte y sólida.
Por eso, la próxima vez que digamos que estamos trabajando para mejorar las condiciones de todos, reflexionemos si realmente eso es verdad. La planificación urbana y los sistemas de transporte no deben excluir a ningún grupo, y eso empieza por asegurarse de que las niñas y los niños se sientan seguros, estimulados y valorados en su entorno urbano.
“La planificación urbana y los sistemas de transporte no deben excluir a ningún grupo, y eso empieza por asegurarse de que las niñas y los niños se sientan seguros, estimulados y valorados en su entorno urbano.”
Mtra. Saira Vilchis