Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el transporte en América Latina contamina más que en otras regiones y sugiere la vía de la electromovilidad.
Antes de la pandemia COVID, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó un trascendental informe aportando evidencia de que en América Latina el sector transporte es incluso más contaminante que en países de Europa, Asia y Norteamérica, donde la electromovilidad está más desarrollada:
“De acuerdo con datos del World Resource Institute (WRI) (2015), el sector transporte en América Latina y el Caribe (ALC) contribuye con una gran parte (aproximadamente el 34%) de las emisiones globales de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía, en contraste con los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (aproximadamente 28%).”
La principal conclusión de dicho documento del BID titulado Electromovilidad: Panorama Actual en América Latina y el Caribe es que durante los últimos cinco años el parque vehicular latinoamericano y caribeño ha estado dominado por motores de combustión interna. Esto, en comparación con países como Japón, Noruega y Países Bajos, donde el número de vehículos eléctricos ya supera la marca de las 100 mil unidades desde 2016.
Frente al rol que los vehículos de combustión interna juegan en la mala calidad del aire en América Latina y el Caribe en términos de monóxido y dióxido de carbono, así como de material particulado, causante de enfermedades respiratorias, el BID enfatiza que varios países de la región tienen compromisos en esta materia dentro de los Acuerdos de París contra el cambio climático: México, Chile y Brasil, por ejemplo, han firmado compromisos de Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCS, por sus siglas en inglés).
Nuestro país efectivamente camina en dirección de la electromovilidad con proyectos como el Metrobús eléctrico que con diez unidades ha transformado la Línea 3 Tenayuca-Etiopía en un corredor cero emisiones: cada metrobús eléctrico consume 80% menos energía que un metrobús tradicional y evita la emisión de más de mil 300 toneladas de carbono al cabo de una década.
Pese a que la firma de los Acuerdos de París es un signo positivo que indica un área de oportunidad considerable para la electromovilidad en países de América Latina, el BID sugiere acciones para “ampliar oferta y facilitar adquisición” de vehículos eléctricos: subvenciones, exenciones impositivas, descuentos posteriores a la compra y créditos de impuesto a la renta.
En vista de que los tratados multilaterales suscritos por México, Chile y Brasil en el terreno de la lucha contra el cambio climático contemplan metas cuantificables hacia 2030, el BID es optimista, pero también crítico, pidiendo a estos gobiernos continuar sus esfuerzos para crear una red eléctrica flexible y descarbonizada, capaz de soportar una electromovilidad hecha en América Latina.